A mediados de los setenta en Estados Unidos The Ramones comenzaba entre burlas a germinar lo que sería el comienzo popular del punk rock, ese sonido que los británicos transformaron en machacantes riffs y combativas letras.
A mediados de los setenta cuatro flacos desaliñados caminaban por los suburbios de Nueva York buscando una oportunidad con su música. Trataban de hacer algo nuevo. Gustaban del rockabilly de los cincuenta, el sonido garage que golpeó a finales de los sesenta y odiaban los largos solos de guitarra. Estos cuatro muchachos que llevaban chaquetas de cuero probaron suerte en el ahora mítico CBGB, un club de mala muerte por el que también pasaron en sus comienzos Blondie, Television y los Talking Heads. El primer show de esta banda pasó a la historia por tocar un set de veinte canciones en menos de veinte minutos y por las burlas de los pocos asistentes que llegaron y que no entendieron la música del grupo: The Ramones. Golpes eléctricos comprimidos en un par de acordes, canciones de una sola frase y por sobre todo la actitud que refleja el claro empuje del “hazlo tu mismo”. Pronto este mensaje incomprendido al comienzo en Estados Unidos replicaría con un eco insospechado al otro lado del atlántico, donde los jóvenes ingleses que también pateaban piedras, decodificarían el sonido neoyorquino transformándolo en religión. A mediados de 1976 los Ramones viajan por primera vez a Londres a realizar una presentación que dejó huella. Entre el público se colaron los Sex Pistols y los Clash, que ya eran banda y que un año más tarde remecerían para siempre la historia musical con el lanzamiento de sus álbumes.
En abril de 1977 sale a la calle “The Clash”, disco homónimo y primer combo de la banda capitaneada por Joe Strummer (1952-2002) y Mick Jones. Aunque en un principio su sencillo “White riot” sonaba muy parecido a lo que hacían los Ramones -y que incluso hizo enojar a los neoyorquinos- rápidamente se desmarcaron de ellos incluyendo ritmos reggae y letras activistas con duras consignas políticas.The Clash adoptó el punk como protesta. Fue la bandera de lucha que los hizo salir adelante en una prolífica carrera de diez años en la que no traicionaron su plan inicial: expresar el descontento de los trabajadores y gritar una permanente crítica al sistema. A treinta años de su salida al mercado y a cinco de la muerte de Joe Strummer, la reedición de “The Clash” constituye una buena oportunidad para volver a oír parte importante y trascendente de la historia del rock.
Cuesta creer que los Sex Pistols hayan hecho ruido por más de treinta años con apenas tres años de carrera y un solo disco editado. “Never mind the bollocks” fue el álbum que le bastó a Johnny Rotten y compañía para lograr la hazaña. Logro que no es tan dificultoso cuando se escuchan dos infinitos himnos del punk rock que venían incluidos en ese trabajo: “Anarchy in the UK” y “God save the Queen”. Dos canciones que son una fotografía del momento social que se vivía en Inglaterra y que son vistos desde la perspectiva de cuatro violentos y desesperanzados mechas paradas. El próximo 28 de octubre se cumplen los treinta años de la edición del disco que se celebrará con la reedición de este en un vinilo con cover, porque incluirá “Submission”, canción que no apareció en el trabajo original. El broche de oro del aniversario será la reagrupación de la banda para tocar en vivo en una única fecha el próximo 8 de noviembre en Londres. “Que Dios salva a la Reina”. Antes en 1996 los Pistols se volvieron a unir para realizar una gira que pasó por Chile, donde fueron teloneados por Machuca. Entonces la gira tuvo una potente razón: ayudar a los alicaídos bolsillos del grupo.
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