El pasado 18 de septiembre, la Reserva Federal introdujo un drástico ajuste en su política monetaria. Así, con la reducción en 50 puntos base de la "tasa de política" (TPM), dejó claramente de manifiesto su preocupación por las repercusiones que puede alcanzar la crisis financiera originada en la fuerte expansión de los créditos hipotecarios de alto riesgo (subprime), en los años previos. Esta decisión se adoptó poco después de que el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, advirtiera que esta crisis se extendería más allá de la duración que tuvieron las turbulencias financieras de la última década. La combinación de ambos elementos -la decisión de la Fed y las declaraciones de Paulson- llevan a suponer que esta crisis será más profunda de lo que se pensó inicialmente. A ello se añade que sus réplicas se han sentido con fuerza al otro lado del Atlántico, particularmente en Alemania e Inglaterra. Con anterioridad a la reciente reducción en la TPM, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, había trasmitido una preocupación por las señales que este tipo de inyecciones de liquidez podía entregar a la economía, en tanto estas acciones fueran interpretadas como una señal de menor riesgo asociado a las inversiones financieras, provocando con ello conductas imprudentes de los inversionistas. En esta perspectiva, quienes habían comprado instrumentos riesgosos -asociados al otorgamiento de créditos hipotecarios de mayor riesgo- debían asumir las pérdidas asociadas a dicha estrategia. Sin embargo, siguiendo la estrategia de "manejo de riesgos" impulsada por su antecesor, Alan Greenspan, la Reserva Federal de Bernanke ha optado por enfocar sus acciones al problema cuyos daños potenciales son percibidos como más severos. En el diagnóstico de las causas de la crisis parece existir un grado importante de coincidencia respecto al papel protagónico que han tenido los intermediarios financieros no tradicionales (particularmente los llamados hedge funds) en la expansión de los créditos subprime. Ello, a través de complejos instrumentos financieros (frecuentemente de baja liquidez) los que redistribuyen el riesgo de las operaciones de crédito hipotecario. El escenario que enfrenta actualmente la política monetaria de Estados Unidos es más complejo ello como consecuencia principalmente de dos factores:
- La "burbuja inmobiliaria" se encuentra presente en numerosos países, lo que le otorgaría un carácter relativamente global al problema.
- Que en la coyuntura actual, las presiones inflacionarias están más latentes que antes, debido a una declinación del impulso deflacionario de la globalización, el que se añade a una caída en el crecimiento de la productividad que se observa en Estados Unidos.
Como consideración general, el escenario expuesto nos permite recordar las complejidades asociadas al manejo de la política monetaria, cuyos efectos se manifiestan a menudo con un importante rezago. Así, no obstante los progresos que ha alcanzado la manipulacion profesional de estas heramientas, en términos de establecer hacia cuáles objetivos debe apuntar esta política, subsisten numerosos aspectos que dificultan su administración y que la convierten en una potencial fuente de desequilibrios macroeconómicos .De más está advertir lo que puede significar, dado esta dificultad intrínseca del manejo monetario, un banco central enfocado a objetivos respecto a los cuales no tiene una influencia duradera, como lo han planteado recientemente algunos parlamentarios en Chile. De la experiencia monetaria internacional reciente se puede inferir que en períodos caracterizados por importantes shocks de oferta, especialmente si éstos son prolongados, como el vinculado a la fuerte expansión del comercio internacional provocada por la apertura de las economías de China, India y Rusia, entre otras, se hace particularmente importante que la política monetaria vigile, cuidadosamente, el comportamiento de las condiciones monetarias y crediticias. Ello por cuanto no parece razonable pretender que esta política monitoree el precio de activos, como las acciones o las propiedades, pero sí de variables, como las mencionadas, que influyen en ellos. Por otro lado, el período de turbulencia monetaria por el que están atravesando las economías industrializadas ha puesto nuevamente en la discusión pública la idea de que los mercados son vulnerables a los estados de ánimo de los inversionistas. Así, algunos analistas han destacado la "euforia" de los inversionistas como una causa importante detrás de la burbuja de las "puntocom" primero, y de las propiedades después. Desde luego no es fácil el análisis del papel de las expectativas en este tipo de episodios; sin embargo, éste debe comenzar estableciendo las causas que llevaron a un cuadro de abundancia de liquidez que permitió sostener un proceso de inflación de precios de activos. Sería preocupante que de la percepción de que dichas turbulencias se originaron en la ausencia de mayores regulaciones en el mercado financiero, se desprendieran acciones de política ineficientes, con el consecuente daño al crecimiento de mediano plazo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario