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22 noviembre 2007

Valis, la epifanía de Philip K. Dick


Publicada recién en 1981, VALIS fue escrita originalmente en 1978, cuando Dick trataba de entender, por medio de la escritura, una epifanía vivida por él en marzo de 1974. La narración acompaña la búsqueda de su alter ego, Horselover Fat - una broma con el nombre propio de Dick, ya que "Philip" o "Felipe", en griego, significa "amante de los caballos", y "fat" significa "dick" en alemán - un término vulgar para "pene", supuestamente. Una búsqueda en un diccionario de jerga hippie trae "horse" como eufemismo para "heroína", lo que, dado el pasado de Dick con las drogas, es otro posible sentido para el nombre del personaje. Sin embargo, Horselover Fat es más que un juego de palabras con el nombre del autor; él es el propio autor, o una faceta de él, y eso complica sustancialmente la narración, creando una tensión entre verla o no como fabulacion - un texto que no debe leerse como una mímesis o imitación de la realidad. El primer indicio de confusión entre Dick y Fat aparece en ciertos "deslices" en los que el narrador dice "yo, es decir, Horselover Fat". Fat domina la escena en los primeros capítulos, pero de a poco va cediendo espacio al propio Dick, que es el personaje-narrador. Fat concentra el dilema religioso - después de su epifanía, se pregunta si está loco o si realmente tuvo contacto con la divinidad suprema. El argumento religioso de Dick (¿o Fat?) se basa en una versión aún más sincrética del gnosticismo, coloreada por elementos de ciencia ficción, como emisiones de conocimiento puro enviadas desde la estrella Albemuth. En cierto momento, Dick y sus amigos, Kevin el escéptico y el cristiano David, van al cine a ver un film llamado Valis, producido por un cierto Eric Lampton, un rockero (homenaje a Eric Clapton, seguramente). La descripción del filme sugiere una producción de David Cronenberg al cuadrado. En la película, los amigos encuentran mucho del argumento de Fat, organizado en una "exégesis" que aparece como anexo al final de la novela, y que es extracto de una compilación mucho más grande, escrita por el propio Dick después de la epifanía. También aparece como citas a lo largo del texto. Kevin, David y Dick resuelven entrar en contacto con Eric y su esposa Linda (existe una Linda Clapton, claro) y descubren que ellos y un científico llamado Mini, que se está muriendo de cáncer después de realizar experimentos de trasmisión de informaciones vía laser, estarían en contacto con la misma fuente de la revelación de Horselover Fat. El matrinomio tiene una hija, Sophia, que afirman ser la última encarnación de la mente universal conocida como VALIS - Vast Active Living Intelligence System, que emana del concepto del universo como un vasto sistema de computación; en la versión de Dick, el universo tendría conciencia y la capacidad de comunicarse con las personas por emanaciones dirigidas, hablándoles con la voz de una inteligencia artificial. La idea de que informaciones místicas y científicas revolucionarias puedan estar codificadas en una película clase B de ciencia ficción suena como una de las ideas más "dickeanas" del libro.

VALIS es en parte ensayo teológico, en parte autoanálisis irónico del autor, en parte novela metaficcional de ciencia ficción y en parte comentario cultural de cierta época y lugar (los años 70 en California). Que Dick logre mantener todas esas "bolas" en el aire es un hecho de malabarismo literario, y el efecto que las une en su movimiento es la ironía, bien marcada particularmente por los diálogos a veces hilarantes entre Dick, Fat y sus amigos. Esos diálogos dan una cierta vivacidad y calor humano a los personajes, muchas veces ausentes en sus otras obras. El otro efecto incitante y potencialmente desestabilizador de cómo encaramos el texto es el precario equilibrio entre lo que podemos entender del conflicto entre Fat y Dick, y de cómo insertamos la actuación de cada uno de ellos dentro de la trama. A veces el autor da una pista: Fat habría adquirido súbitamente la habilidad de hablar y leer en latín y griego, y Dick-el-personaje comenta que sabe lo que el otro dice en esas lenguas porque él, el escritor, investigó sobre ellas para su trabajo - de manera metaficcional, él expone el recurso que existe por detrás de la ilusión de la literatura. Pero a cierta altura Dick-el-personaje está con los amigos en California mientras Fat viaja por el mundo en busca de una nueva encarnación del Salvador, llevando al lector a frotarse la cabeza y preguntarse "¡¿cómo?!" Uno de los juegos más interesantes en la novela es cómo Dick o Fat parecen retroceder al fondo de la narración, conforme su otra mitad avanza hacia el primer plano. Es como si uno se "embutiese" en la cabeza del otro.

No obstante toda esa riqueza de implicaciones, VALIS es tal vez una novela demasiado personal para ser realmente apreciada como construcción literaria. No es posible desvincularla de la biografía de Philip K. Dick, que se torna necesaria para su comprensión más profunda, aunque el libro esté claramente concebido para ser absorbido sin conclusiones respecto de su contenido o de la trayectoria de sus personajes - tanto que el aspecto mesiánico de la novela estaría desarrollado en otra obra, La Invasión Divina, de 1981. Una experiencia de lectura única, VALIS es un acontecimiento en el campo de la ciencia ficción.

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21 noviembre 2007

El Cielo Resplandece a mi Alrededor


No contentos con anunciar las películas Robotech, Thundercats y haber visto Los Transformers , sólo quedaba llevar a la pantalla grande una seria clásica de animación… Y mi favorita, Dragon Ball.La saga protagonizada por Goku será dirigida por James Wong, quien presenta en su currículum trabajos como "Destino final" ("Final Destination", 2000) y "El único" ("The One", 2001), Además, colaboró como guionista en series como "Los archivos secretos X" ("The X-Files") y "Millenium". Fox anunció, además, que ya tiene dos nombres confirmados en el elenco: Justin Chatwin, quien interpretó al hijo de Tom Cruise en "La Guerra de los Mundos", será el protagonista, Goku; y James Marsters, conocido en Chile por interpretar a Spike en "Buffy, la Cazavampiros", tendrá el rol del villano, que en este caso será Piccolo. En la producción estará involucrado el popular actor y director hongkongés Stephen Chow, encargado entre otras películas de "Shaolin Soccer" ("Siu lam juk kau", 2001) y "Kung fusión" ("Kung fu", 2004). La historia mostrará la batalla entre el personaje de Marsters, quien busca conquistar la tierra, y Goku, quien luchará por defenderla. En el guión no faltarán las famosas siete esferas que le dan nombre a la saga. Se espera que la película esté lista para un estreno el 15 de agosto del 2008 en Estados Unidos, en otra movida más para explotar una franquicia que, en sus distintas vertientes (manga, novela gráfica, videojuegos y serie de televisión), ha recaudado cerca de 4 billones de dólares en merchandising. Fuente

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El Niño Inmolado


El territorio mapuche se encuentra en una zona tectónicamente inquieta y en la prehistoria y también en tiempos históricos remotos y recientes ha estado expuesto a terremotos y maremotos, por lo que en distintos períodos se ha reactualizado el mito de tren tren y kai kai. Existen relatos según los cuales en un gran terremoto, en el año 1575, se inmolaron víctimas infantiles, y en 1960, en el sismo que destruyó a todo el sur de Chile, en la zona costera de Puerto Saavedra, en el cerro Mesa, se sacrificó al niño José Luis Painecur por indicación de la machi Juana Namuncura, para aplacar a kai kai, es decir al océano que estaba inundando todas las tierras de las comunidades. Desde tiempos ancestrales el cerro Mesa era un lugar sagrado para los mapuces. Allí se habían quemado los cuerpos de cientos de guerreros muertos en combate. En 1960 quedaron en su cima, aisladas por el agua, muchas de personas que oficiaban un rito para aplacar la furia del mar. Mientras ellos bailaban las olas iban alcanzando la cumbre y amenazaban con llevárselos a todos. En esas circunstancias extremas se perpetró el sacrificio. Del expediente nunca más se supo en la región. Dicen que se lo prestaron a un gringo que quería sacarle fotocopias para analizar antropológicamente la historia. Pero no apareció jamás. Ni en el juzgado de Imperial, que tomó las causas de Puerto Saavedra, ni en el Archivo Judicial Regional, en Temuco. Pero sí está en el Instituto Indigenista Interamericano, con sede en México. El caso, que alcanzó connotación internacional, es ahora casi una leyenda, basada en un hecho real de sacrificio humano. Hace 47 años y dos meses, José, un niño de 5 años, clamaba a gritos que no lo mataran. Pero no quisieron escucharlo y lo mataron. Y lo lanzaron al mar. Unos dicen que entero. Otros, que fue desmembrado poco a poco. De hecho, su cadáver nunca fue hallado.

Era el obscuro atardecer del 22 de mayo de 1960. Horas antes, Chile se había puesto luto por el peor maremoto y terremoto que recuerda su historia. La naturaleza había desatado su furia y la machi ordenó un sacrificio humano. Tenía que ser un niño. Según sus creencias, y presas del pánico, tal vez pensaron que ésa era la única forma de calmar al océano que había hecho desaparecer Puerto Saavedra, Toltén y Queule, y cuyos efectos rebotaron con olas de varios metros en Japón. La cultura mapuche no consulta los sacrificios humanos. Para que eso ocurriera, tendría que ser algo muy grande y terrible; algo que escapara a toda racionalidad. Tendrían que estar poseídos por influencias o fuerzas superiores a su propia voluntad para cometer un acto de barbarie, como dar muerte a un niño para aplacar la furia de los dioses... ¿Pudo el maremoto de 1960 originar tanto pánico para alterar el consciente colectivo, encender la chispa de la irracionalidad, matar a una criatura de cinco años y lanzarla al mar para calmar las aguas? ¿Hasta qué punto la machi Luisa María Namuncura trastornó los sentidos del abuelo del niño y de otros parientes hasta obedecerle ciegamente? ¿Puede una machi anular el raciocinio de una persona, su voluntad, y obligarla a hacer lo que ella afirma que ordenan las fuerzas que actúan en los espacios de su particular cosmovisión...? Pero así fueron los hechos. La machi, junto a su hermana Juana, al abuelo del menor, Juan José Namuncura Paiñao, y Juan Paiñao, quien habría lanzado al niño al mar, y otros participantes del cruento ritual, fueron detenidos y condenados. El fallo fue dictado por el entonces juez subrogante Ricardo Aylwin, primo de don Patricio, según el ahora jubilado secretario del juzgado, Carlos Torres, quien conoció el caso. Cumplieron su condena en la cárcel de Imperial. Ahora todos están muertos. Pero está viva la madre del niño, Rosa Painecura Marileo, hoy de 77 años. En una humilde vivienda de la isla Huapi, a unos 12 kilómetros al sur de Puerto Saavedra, la aún atribulada mujer llora al recordar aquellos obscuros momentos en que un tío, una semana después, le avisó que habían asesinado a su pequeño. Ella, madre soltera, trabajaba en Santiago. Nunca se explicará por qué su padre entregó a su nieto para que lo mataran. Domitila Castro, quien conoció de cerca el caso, dice que los mapuches primero arrojaron la sangre del niño al mar y luego el cuerpo.
  • Mi padre lo entregó a la machi. Parece que bailaron... purrún, cosas, brujería, no sé, allá en el cerro- , dice. Conmueven sus desgarradores sollozos.
  • ¿Y se calmó el mar...?
  • No sé si habrá calmao, o calmó solo. Cómo hacer eso con un niño... tirar su sangre, su cuerpecito al mar- , expresa en lenguaje entrecortado, tratando de ordenar sus pensamientos.
No recuerda muchos detalles. Sólo que desde ese momento quedaron rotas para siempre las relaciones con su padre, quien murió sin ser perdonado. La noche que mataron a José, Rosa tuvo un sueño en Santiago. Presintió que algo había pasado. Un pájaro me había llevado un pollo, y yo gritaba y gritaba que se llevaban un pollo, y así veía cosas extrañas, personas como sombras... El niño era, pues. Días después, su tío Segundo Marinao Painecura, quien denunció el hecho y le ayudó en todo, le avisó y la trajo de regreso a la isla, de la que nunca más ha salido. De eso hace 47 años. Del cadáver de su hijo nunca supo. El mar no lo entregó, o si lo hizo, nadie se percató, o a nadie le importó. Su madre dice que por más que fue al lugar, nunca vio nada de su pequeño. No fue sepultado. Su cuerpo desapareció. Al recordar y pensar en ello, rompe en desconsolado llanto. Domitila Castro dice que quienes supieron de este acto de barbarie cuentan que el niño, cuando lo llevaban al altar del sacrificio, rogaba que no lo mataran, y lo mataron, porque no tenía papá; tendría, pero la juventud no hace caso de estas cosas. El papá no reclamó nada, no se le vio por ninguna parte ni en el juzgado, nada.

Domitila Castro, de isla Huapi, indica hacia el cerro
La Mesa en donde la noche del 22 de mayo de 1960
fue sacrificado el niño y luego lanzado al mar.

Rosa vive ahora en isla Huapi, junto a Antonia Llaima, quien la acogió como si fuera familiar. La hace pasar por prima. Aquí estará conmigo hasta que muera, asegura. Según Walter Dettmar van Haindorf, ex alcalde de Puerto Saavedra, el caso es único en la historia de la comuna. Lo atribuye más que nada a la ignorancia, al atraso cultural mapuche de hace 40 años y a que así era su pensamiento religioso en ese tiempo, cuya torpeza era de tal magnitud que llegaron a matar a un niño para calmar el mar. Lo peor de este bárbaro crimen es que cuando ultimaron al niño, el mar hacía horas que se había calmado...

Según el antropólogo Eugenio Alcamán, de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), este caso alcanzó connotación internacional. En su estudio tuvo participación el Instituto Indigenista Interamericano, con sede en México, en tanto la Corte Suprema de Justicia de Chile nombró una comisión de antropólogos, integrada, entre otros, por Alejandro Lipschutz y Grete Mospny, de la Universidad de Chile, para que analizara el hecho y evacuara un informe. La conclusión a que se llegó, según Alcamán, fue que el sacrificio del niño había sido una práctica cultural. Producto de ello, la machi fue liberada de responsabilidad penal, junto a las demás personas que habían participado en el ritual. El profesional dijo que en Santiago conoció el expediente de este caso, documento que fue transcrito a un anuario del citado Instituto Indigenista. Aldo Vidal, antropólogo de la Universidad de la Frontera, dice que el caso hay que situarlo en lo que los mapuches consideran que son fenómenos naturales o sobrenaturales, y cómo afectan a la vida humana. Mientras más grave sea la acción hacia el ser humano, más grande debe ser el sacrificio para restablecer el equilibrio que existía con aquellas fuerzas antes de que se produjera el fenómeno. Y probablemente sea cierto que eligieron a una persona que desde su propia visión de lo que es una vida humana íntegra, carecía de algo (se dice que el pequeño tendría algún grado de deficiencia mental). En tal sentido, sería una víctima menos dañadora del patrimonio colectivo.

A nosotros, civilizados, modernos nos produce horror este acto sacrificial, visto desde fuera de la cosmovisión mapuche. Seguramente a los mapuches y a otros pueblos originarios les producirían el mismo horror los actos de inmolación infantil de nuestra cultura occidental, como la famosa Cruzada de los niños, y más recientemente la pedofilia y toda la explotación comercial en torno la misma, el maltrato y el abandono de los niños y el aborto que si se suman al ecocidio conforman el panorama en que nuestra civilización se ha convertido en predadora de su propio futuro. Fuentes

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14 noviembre 2007

El problema de llamarse Radiohead


Es el problema de llamarse Radiohead: todas las miradas, todas, están pendientes de cada paso. Después de OK Computer, un disco fundamental que en 1997 torció la historia del rock alternativo, Thom Yorke y su troupe parecen vivir condenados a la revolución permanente. Esta circunstancia viene condicionando cada una de las páginas musicales de un grupo que no siempre supo soportar la situación o darle fuga de aire con discos que liberen la presión. De hecho, nunca volvió a repetir aquellas cifras de ventas ni aquel nivel de exposición.

Es cierto que la banda de Oxford tampoco se lo propuso, sobre todo después de observar de qué manera una larga serie de grupos ingleses absorbieron sus lamentos en clave de rock adulto para llenar las radios de baladas tristonas. También es cierto que grupos como Coldplay o Starsailor poco y nada tienen que ver con las intenciones artísticas de sus objetos de adoración. Pero sin hacerse cargo de esta herencia edulcorada, Radiohead viene "sufriendo" este contexto desde hace diez años.

Primero fueron dos discos experimentales, Kid A (2000) y Amnesiac (2001). A partir del nuevo milenio, la forma de la rebelión hacia su propio destino se manifestó en acciones que comenzaron a exceder los formatos musicales: a partir de determinada militancia política, comenzamos a asociar a Radiohead con ciertos discursos que iban mucho más allá de sus discos, que ya no eran lo que fueron. Es más, ni siquiera eran concebidos como álbumes de canciones, sino como largas obras musicales. Todo pareció volver a la normalidad con Hail To The Thief (2003), cuando el grupo retomó el formato canción. Pero hubo un problema: los temas no contenían demasiado atractivo, más allá del inflador político de las letras.

Sin éxito masivo, para Radiohead fue el momento de hacer una pausa. La cosas entre los integrantes del grupo tampoco parecían marchar demasiado bien: a veces, la convivencia y la pérdida de rumbo artístico no son elementos que se complementen bien. Las noticias que llegaban desde su estudio de Oxford no eran demasiado auspiciantes: largas sesiones de ensayos sin resultados a la vista, discusiones entre los miembros, en fin, mucho ruido y pocas nueces. Radiohead llegó a publicar un blog en el que se relataban las peripecias (y las discusiones) de cada ensayo.

En medio de este desconcierto, Thom Yorke, cantante y cara visible del grupo, editó en 2006 un álbum en solitario, The Eraser, producido por su viejo compañero de ruta Nigel Godrich. Ese disco reveló parte de la interna de Radiohead: a Yorke no le interesa en absoluto el formato canción. Prefiere los pasajes instrumentales, y llegado el caso puede utilizar a su propia voz para acompañar estos segmentos tan extraños.

¿Qué había que esperar entonces de un nuevo disco de Radiohead? Mucho y nada. Mucho porque son los responsables de una de las últimas revoluciones del rock, y nunca conviene subestimar a un veterano de guerra. Y nada porque los detalles de las relaciones espinosas de sus integrantes, sumados a una saturación de larga data, presagiaban otro naufragio en el mar de las novedades. Un último dato que no colaboró con esperanza: el grupo anunció que el formato de entrega de su nuevo trabajo, titulado In Rainbows, vendría divido en dos partes. En un principio podría descargarse la primera mitad del disco vía Internet: el precio sería a convenir según el nivel de demanda de los fans. La segunda entrega formará parte de un box set que incluirá un segundo disco con canciones nuevas, dos vinilos y un libro. Desligado ya de Parlophone, su discográfica de siempre, Radiohead juega con los formatos para llamar la atención desde el marketing que desde la música. ¿Mal presagio, entonces? Sí, pero infundado: la versión "download" de In Rainbows, que es lo que se conoce desde el 10 de octubre pasado, cuando ya pudo descargarse, aglutina diez de las mejores canciones grabadas por el grupo en años. Sorpresa.

Los fans más acérrimos, los que se pegan a la pantalla para mirar en You Tube cualquier nueva presentación en vivo del grupo, ya conocen varias de las canciones que hoy conforman la primera versión de In Rainbows (la segunda versión, la del box set, saldrá a la venta por estos días, y costará alrededor de 80 dólares). El nuevo álbum de Radiohead no empieza demasiado bien: la veloz base electrónica de "15 Steps" recupera el deteriorado sonido del drum'n'bass, una herramienta del pasado que tuvo su pico de popularidad en los 90. Falsa alarma: lejos de la nostalgia, a medida que avanza, In Rainbows va desplegando sus canciones para reubicar a Radiohead en el podio de aquellos que saben lo que quieren y cómo conseguirlo. Sobran las joyas musicales, desde la delicadeza de "Nude" y la belleza folk, casi beatle, de "Faust Arp", a la efectividad de "All I Need", un tema con una base que entra en el cerebro y se deposita allí por horas.

Gran parte del mérito de este nuevo Radiohead consiste en el hecho de haber regresado, ahora sí, al formato canción: "Videotape", el track que cierra el disco, recupera al mejor Thom Yorke, que parece haber olvidado esa casi incomprensible obsesión por escaparle a su destino de cantautor. Pero la gran efectividad de In Rainbows también tiene su correlato en la producción musical: se destacan, más allá de la arquitectura rítmica que domina a todo el álbum, las contundentes guitarras de Jonny Greenwood, uno de los grandes responsables de este regreso con gloria.

Queda esperar por la segunda entrega, y cabe la pregunta: ¿podrá el grupo de Oxford superarse a sí mismo? Es el problema de llamarse Radiohead.

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