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20 febrero 2008

El negocio de vender futbolistas


En la prensa deportiva se suele hablar de "teleserie". Es el término que se usa cuando las negociaciones para que un jugador pase de un club a otro se alargan más de la cuenta. Está la teleserie de Marcelo Salas cuando regresó a Universidad de Chile en agosto de 2005, la de Matías Fernández en su paso de Colo Colo al club español Villarreal en 2006, y la más reciente de Carlos Villanueva, cuyo club Audax Italiano se resiste a dejarlo ir. Enero y julio son meses ricos en estas teleseries futboleras, porque es la época en que los clubes buscan refuerzos. En consecuencia, las páginas deportivas se llenan con los tira y afloja entre las partes, con las filtraciones interesadas en torno a los montos involucrados y con las declaraciones de algunos conspicuos personajes que se identifican a sí mismos como "agentes". Así, los datos relevantes terminan perdidos bajo la avalancha. Esta avalancha ha resultado especialmente conveniente para una industria que durante 40 años, antes de la entrada en vigencia de la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas a mediados del 2006, funcionaba con poca transparencia y cuyos métodos podrían definirse, recurriendo a un eufemismo, como poco ortodoxos. Incluso, muchos de los clubes deportivos estuvieron al borde la quiebra, como Colo Colo y Universidad de Chile, los que concentraban el 80% de toda la deuda de los equipos nacionales, unos $ 22 mil millones.

De las transferencias de jugadores que marcaron un hito por los montos involucrados, la primera que destaca fue la Sebastián Rozental, quien emigró en 1996 al fútbol escocés: el Glasgow Rangers pagó US$ 6 millones, convirtiendo en ese entonces al atacante de la UC en la mayor venta de la liga chilena al extranjero. Desde ahí, el negocio se empezó a mover tímidamente: en 1998, por ejemplo, Javier Margas se fue al West Ham United y Rodrigo Tello emigró al Sporting de Lisboa el 2001 por US$ 7 millones, sin olvidar el pase de Marcelo Salas en 1996 desde la Universidad de Chile a River Plate. Este último movimiento fue por US$ 3,5 millones, monto que, al igual que otras transacciones de la época, no tuvo un destino claro. Los negocios se realizaban, pero sus montos nunca se conocían a cabalidad y muchos jugadores no recibían dinero después de estos traspasos. En el ambiente futbolero, eran comunes las críticas al poco profesionalismo de los agentes. Gran parte de las nebulosas en el negocio del fútbol continúan, pero el panorama ha comenzado a aclararse gracias a la llegada de las Sociedades Anónimas Deportivas y a la instauración, en junio pasado, del Estatuto del Jugador, el cual resguarda los derechos del futbolista en su relación con los clubes. Colo Colo es el ejemplo más patente de esta nueva tendencia. En los últimos tres años ha generado US$ 30 millones por la venta de jugadores, dinero que, tras el pago de comisiones a agentes e impuestos, se ha quedado en el club. ¿Cómo se puede estar seguro de eso? Básicamente porque desde que salió a la Bolsa en junio de 2005, todos los pasos del club son monitoreados por la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS). De hecho, hace poco más de una semana, esta entidad le pidió a Blanco y Negro, concesionaria del club, un informe acerca de sus inversiones en jugadores, las que hasta ese momento ascendían a US$ 1,95 millón.

El buen desempeño económico de Colo Colo -a septiembre de 2007 declaró utilidades por casi US$ 13 millones- ha estado acompañado además por logros deportivos: campeón local en los últimos cuatro torneos y finalista de la Copa Sudamericana. Y ha conseguido que bastantes empresarios hayan puesto sus ojos en el fútbol. La entrada de inversionistas a Universidad de Chile, Wanderers y Audax Italiano, clubes que no descartan entrar a la Bolsa este año, es una muestra de ello. Todos estos nuevos actores están conscientes de que el pilar del negocio, al menos en esta parte del mundo, es la venta de jugadores. Un equipo puede llevar mucha gente al estadio, tener auspicios en la camiseta y recibir su correspondiente cuota de los derechos de TV, pero si no logra "exportar talento" sus resultados serán regulares. Siguiendo el camino de Colo Colo, el presidente de la concesionaria que administra a Universidad de Chile, Federico Valdés, declaró en noviembre a Qué Pasa que su meta es transferir dos jugadores al año. Claro que vender jugadores no es igual que vender salmones o celulosa. Maratónicas reuniones de ocho horas, cláusulas especiales, sofisticados seguros e información que se filtra a la prensa son algunos de los elementos con los que deben lidiar quienes han entrado a este rubro. De acuerdo a uno de los miembros del actual directorio de Colo Colo, "la negociación de jugadores no se parece a ninguna de las negociaciones que existen en otros ámbitos empresariales. Primero, porque hay tres actores involucrados: el club que compra, el club que vende y el jugador. Y conciliar a estos tres actores es mucho más difícil de lo que se cree porque los intereses económicos se mezclan con los intereses deportivos. En estas negociaciones toda opinión es válida y por eso toma mucho tiempo conseguir resultados".

Esta misma fuente cita como ejemplo la negociación en enero pasado por el colombiano Macnelly Torres, que Colo Colo adquirió por US$ 2,2 millones, el precio más alto que un club chileno ha pagado por un futbolista. La reunión que selló la negociación fue de ocho horas. Participaron cinco personas: Gabriel Ruiz-Tagle, presidente del club albo; el abogado Guillermo Mackenna, más Israel Bahar, vicepresidente del Cúcuta, Álvaro Muñoz -representante del jugador- y un abogado. "Es la contratación más importante que se ha hecho en la historia del fútbol chileno. Sabíamos que Boca Juniors estaba detrás de este jugador y que no podíamos perder el tiempo. No almorzamos para no distraernos, sólo tomamos Coca Cola y agua mineral durante esas ocho horas", recuerda un directivo. El gran detalle en esta negociación era cuándo llegaría Torres a Colo Colo. La gente del Cúcuta, equipo que disputa la Copa Libertadores este año, quería quedarse con el jugador hasta julio. El club chileno, que también participa en este torneo, pretendía exactamente lo contrario: tenerlo antes de esa fecha. "Este tira y afloja generó dentro de los representantes de Colo Colo la necesidad de plantearse varios escenario posibles. ¿Negociamos para tres meses o para tres años?, porque no es lo mismo y al final primó la idea de negociar para el mediano plazo", dice. Todo esto significó que el mediocampista arribará finalmente en junio. Si Macnelly Torres llegara a lesionarse en este período, Colo Colo está cubierto gracias a un seguro, un área de este negocio que recién comienza a desarrollarse en Chile. De hecho, no hay más de dos empresas que aquí se dedican a ello. A nivel internacional, en cambio, hace ya varios años que se ha entendido que el verdadero patrimonio de un club de fútbol son sus jugadores y por eso hay seguros que cubren desde el número de goles que convierte un delantero hasta posibles lesiones o problemas de bajo rendimiento.

En el caso del jugador Mauricio Pinilla, transferido a Italia por la suma de US$ 2,8 millones, los italianos que lo adquirieron no sufrieron una gran pérdida: su bajo rendimiento estaba cubierto por una sofisticada póliza. Similar es el caso de Sebastián Rozental, que no alcanzó a jugar mucho en Escocia debido a una grave lesión. El Glasgow Rangers no perdió un peso por esta eventualidad. También había seguros involucrados. "En Chile, a partir de las Sociedades Anónimas Deportivas, el tema está empezando a cambiar. Los gerentes tienen que responder por el patrimonio de terceros, y el directorio tiene que dar cuenta ante sus accionistas", explica un agente de esta naciente industria.

En general, estas negociaciones pueden tomar un par de meses, contados desde que la parte compradora manifiesta su interés. Y sólo se concretan cuando el jugador está de acuerdo en emigrar. Matías Fernández, por ejemplo, recibió una suculenta oferta de parte de un club ruso meses antes de que fichara por el Villarreal, el 2006. Pero él no se quiso ir. Algo parecido ocurrió a fines del año pasado con Carlos Villanueva, que fue pretendido por el CSKA de Moscú. En el caso de Fernández, la negativa inicial resultó afortunada, pues el jugador terminó vendiéndose a un precio más alto: US$ 9,5 millones, la mayor transferencia hecha desde Chile. Con el pago de esta elevada suma, que se hace en cuotas, terminaba un proceso iniciado al menos un año antes, cuando los veedores del Villarreal pusieron sus ojos en Matigol. Rodrigo García, gerente de Passball -la empresa de Iván Zamorano y Hugo Rubio creada en 1999 para representar jugadores-, recuerda que "los españoles nos pidieron información, y nosotros les hicimos llegar el book del jugador, con sus videos con los mejores goles y jugadas, recortes de prensa, y luego gente del Villarreal vino a Santiago y se negoció en dos días. En esa reunión, Passball se involucró en el tema de los seguros, casa, auto, colegio y todo hasta el más mínimo detalle, porque la idea es extrapolar la vida del jugador en Chile a otro país, para que así el jugador se dedique sólo a jugar". En el caso de Carlos Villanueva, la apuesta es incierta. Su club, Audax Italiano, participará en la Copa Libertadores y el pase del mediocampista podría subir su valor. O, producto de una mala racha, depreciarse. Un asunto no menor si se piensa en la escasa valoración que tienen los futbolistas chilenos en el mercado internacional. No es habitual que un club europeo ofrezca US$ 7,3 millones por un jugador chileno (era el caso del CSKA por Villanueva). Esto, debido a que no siempre triunfan afuera, les cuesta mucho habituarse a sus clubes nuevos y a la primera frustración se regresan a casa. De ahí que el mercado internacional castigue al jugador promedio chileno con valores hasta cinco veces más bajos que los de un jugador promedio argentino. En ese sentido, la competencia chilena tampoco es considerada una vitrina, como sí lo es el campeonato argentino y competencias como la Copa Libertadores y el Mundial de Fútbol. Es tras la participación en esta clase de instancias que clubes y jugadores chilenos han logrado las transferencias más bulladas. Otra de las cosas que han cambiado en este negocio es el dinero que recibe el propio futbolista. Desde que entró en vigencia el Estatuto del Jugador, estos deportistas reciben por ley el 10% del dinero involucrado en la transferencia. Antes de que entrara en vigencia esta normativa, el porcentaje que recibía el jugador quedaba a discreción de los clubes. Sergio Villegas, director del Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup) cuenta que en muchas ocasiones los jugadores no recibían nada o "ni siquiera se enteraban de los montos involucrados en la transacción". Otro 10% del dinero (a veces es un porcentaje mayor) queda en manos del representante o agente del jugador. Para muchos, se trata del aspecto más opaco en este negocio. Aunque la propia FIFA ha tratado de generar una normativa al respecto con la creación del "agente FIFA" -quien debe cumplir con una serie de requisitos, entre ellos dejar en prenda un depósito por US$ 90 mil-, muchos aseguran que el mundo de los representantes está plagado de irregularidades. De acuerdo a la ANFP, en Chile existen sólo 11 agentes FIFA, pero los que operan son muchos más. Un catastro hecho hace cuatro años registraba a unas 80 personas que se habían arrogado funciones de agente o representante. El escenario se complica más aún cuando estos agentes han comprado una parte o la totalidad del pase de un jugador. Por esa situación han pasado algunos dirigentes de clubes, con el consiguiente conflicto de intereses. E incluso ha habido jugadores en activo que eran dueños del pase de otros. Dada esta situación, algunos de los directivos recién llegados al negocio del fútbol confiesan que sería preferible negociar directamente entre clubes, sin intermediarios. "Así, nadie se lleva comisiones, y tanto el club como el jugador reciben el 100% de lo pactado", explica uno de estos directivos. Pero ¿cómo se llega a "lo pactado"? ¿Cómo se determina el precio de un jugador? Evidentemente, la calidad del futbolista es un factor relevante. Y también su posición dentro de la cancha. Un delantero goleador, por ejemplo, tiene mayor peso en el mercado que un defensa o un arquero. Del mismo modo, un jugador joven con proyecciones tiene más opciones de valorizarse que un veterano con trayectoria. Pese a estos elementos de juicio, el precio de un jugador es un asunto muy relativo. Juan Pablo Arriagada, ex secretario ejecutivo de la ANFP, lo explica de este modo: "El fútbol es un negocio donde se mezcla la pasión, y por eso las negociaciones se vuelven más difíciles. De hecho, el valor de una empresa se mide fácilmente por lo que tiene, pero en el fútbol tienden a primar criterios subjetivos por sobre los objetivos. Y eso hace que las posiciones sean mucho más extremas, entonces cuesta llegar a consenso".

El ingeniero y representante de jugadores Alan Silbermann, considerado uno de los agentes serios de la plaza, asegura que cuando se trata de clubes europeos, el precio depende casi exclusivamente del club que vende. Y prácticamente siempre se mantiene. "Ellos no regatean, no cambian casi nunca los precios. Es lo que pasó, por ejemplo, en el caso del colocolino Arturo Vidal cuando el año pasado se fue al Bayer Leverkusen". Silbermann fue el agente que se encargó de esa transacción, la segunda más importante que se ha realizado en Chile (US$ 7,7 millones). "Este club alemán tiene gente en todas partes del mundo que se dedica a ver jugadores, y en el Campeonato Mundial Sub 20 que se hizo en Canadá se fijaron en Vidal. Entonces le siguieron la carrera y a los dos o tres meses me contactaron. Yo les organicé una visita a Chile y tratamos de que fuera lo más discreta posible, pero resulta que uno de los que venía era Rudi Völler, un ex jugador y ex entrenador de la selección alemana, un tipo muy conocido, así que fue imposible pasar inadvertidos. Cuando fuimos al estadio a ver jugar a Vidal todo el mundo estaba encima nuestro", cuenta. Los alemanes encontraron que el precio que pretendía Colo Colo era demasiado alto. Después de una comida con los dirigentes Raimundo Valenzuela y Gabriel Ruiz-Tagle, le pidieron a Silbermann en privado que hiciera lo imposible por rebajarlo. Pero los alemanes no contaban con la dureza negociadora de Valenzuela, quien es además uno de los grandes inversionistas en Bolsa y director de varias empresas. A los 20 días volvieron a Chile y pagaron la cantidad impuesta por Colo Colo. Valenzuela, pese a que hoy ya no está en el directorio del club, manejó a Colo Colo como una empresa y negoció con destreza a varios jugadores. Silbermann lo recuerda bien: "Raimundo no es de los que conocen de fútbol ni de su historia. Incluso, ni siquiera fue al partido en que los alemanes vieron a Vidal. Cuando conoció a Völler, le dijo: 'Rudi, mucho gusto, antes de que vinieras para acá me metí a internet para saber quién eras porque no tenía idea. La negociación la tienes que hacer conmigo'. Y la verdad es que se mantuvo siempre en el mismo precio. Me preguntó si era mucho, y yo le dije que sí, pero que creía que lo podíamos sacar adelante. Al final, todo salió bien". Fuente

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08 enero 2008

El Grupo B de Rally

Entre los años 1982 y 1986, el campeonato mundial de rally tuvo su época de oro, con los autos más poderosos que pudieron participar en él. Fue la época del mítico Grupo B, con el Audi Sport Quattro S1, el Lancia Delta S4, Peugeot 205 T16, entre otros, que fácilmente superaban los 500 hp, pese a las limitaciones de cilindrada. Lamentablemente, tanto poder en autos tan livianos (raramente pasaban la tonelada de peso) los hizo muy veloces, lo que derivó en un par de accidentes, algunos con resultados fatales, y que terminó con una nueva reglamentación, que evitaba el exceso de potencia en los vehículos.Como dije antes, el Grupo B nació el año 1982, cuando la FIA lo introdujo, para reemplazar las categorías de Grupo 4 y 5.



Las restricciones que tenían los autos del Grupo B, eran sólo de peso, cilindrada y una cantidad mínima de autos a la venta, para su homologación (necesitaban colocar a la venta sólo 200 vehículos para poder usarlos en el rally) Entonces, no habia problema con usar materiales de alta tecnología, ni tipos de potenciación, por lo que no era raro ver autos que generaban 500+hp con un motor de 1.7 L. Dentro de cada grupo (junto al grupo B estaba el grupo N y A) existían diferentes categorías. El Grupo B se dividía de la siguiente manera:



Se pensaba que con esas regulaciones se evitarían autos demasiado potentes, pero la libertad de materiales, sumada a la potencia que le sacaban a los turbos, hicieron todo lo contrario: motores poderosos en autos de bajo peso.



El auto que inauguró esta categoría fue el Audi Quattro, el primero en usar doble tracción en un rally. Vamos con algo de historia. En el año 1979 se autoriza al uso de la doble tracción en los autos de rally. Sin embargo No tuvo una rápida aceptación, ya que las escuderías consideraban que el implementar la doble tracción costaría mucho tiempo en desarrollo, y sería mucho peso extra para el auto, sin logros que lo justificaran. Pero Audi hizo la prueba, y por eso al año siguiente, entró al rally con el Audi Quattro. En la primera carrera que participó, entró como “auto 0″, con piloto el finlandés Hannu Mikkola (como era el auto 0, no puntuaría su rendimiento) Gran error, ya que, de haber valido sus tiempos, habría ganado esa fecha… por 9 minutos de diferencia. Era tal la diferencia de desempeño, que ganó ese año en su categoría, he hizo que los demás fabricantes creyeran en el poder de la doble tracción. En 1983 aparece el que sería el gran dolor de cabeza para Audi, el Lancia 037. A pesar de ser de tracción trasera simple, su motor sobrealimentado hizo que ganara el campeonato de constructores ese año. Peugeot vio una gran plataforma tecnológica y publicitaria en el Grupo B, asi que al año siguiente entró con su pequeño 205 T16, que lo hizo ganar el año 1985 como piloto y constructor. Es en ese mismo año cuando Audi y Lancia presentan sus evoluciones, el Audi Quattro Sport y el Lancia Delta S4 (con su motor sobrealimentado por compresor y turbo, daba una aceleracion 0-100 km/h en 2.4 segundos, medido sobre tierra) Con el tiempo se fueron agregando otras marcas a la competencia, como Ford con el RS200, Austin-Metro con su Metro 6R4, Audi presentó otra evolución del Quattro, el Quattro S1, Peugeot, con su 205 T16 Evolution 2, y Renault, con el 5 Turbo.



Con los años, los autos se hicieron cada vez más y más poderosos. Pero ni la doble tracción, ni la suspensión o los compuestos especiales para neumaticos pueden desafiar a la física, por lo que también se hicieron cada vez más difíciles de controlar. Esto hizo que los accidentes comenzaran a ser cada vez más seguidos, con una gravedad cada vez mayor. En el año 1986, durante el Rally de Portugal, cuando uno de los Ford RS200, pilotado por Joaquim Santos se salió de la pista, y fue a dar contra un gran número de espectadores. 33 personas resultaron heridas, y 3 espectadores murieron. Despues de esto, el Grupo B fue seriamente cuestionado. Sin embargo, en mayo de ese año sucedería un trágico accidente, que terminaría por eliminar la categoría. Todo pasó en el rally de Córcega, el 4 de mayo de 1986. Henri Toivonen y Sergio Cresto, pilotos de un Lancia Delta S4, dominaban el campeonato. En el kilómetro 7 de la etapa 18, cuando perdió el control del auto, chocó contra unos árboles, cayó en un barranco, e inmediatamente ardió en llamas. Para cuando llegaron los rescatistas (algunos dicen que fueron casi 30 minutos) ya no habia nada que hacer. El auto se había convertido en una trampa mortal, y lo único que encontraron fue la jaula, muchos fierros fundidos, y los huesos de los pilotos. Como no hubo testigos del accidente, y el estado en que quedó el auto (o más bien, sus restos) imposibilitaba hacer un mayor análisis, nunca se supo realmente la causa del accidente. Se le adjudicaba a la falta de visibilidad, el poco control del vehículo, o incluso por la salud de Toivonen (estaba con gripe).



Como “anécdota”, esta tragedia sucedió un año después que Attilio Bettega muriera, en el mismo rally, a bordo de su Lancia 037. Después del accidente del Delta S4, Audi se retiró del Grupo B, y la Fia lo eliminó completamente para la próxima temporada y cambió nuevamente la reglamentación, para evitar que autos tan poderosos corrieran sobre terrenos peligrosos.
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14 diciembre 2007

El Show


Hablar de fútbol es mejor que jugar fútbol. Al menos para los que nos apodan tronco. Y como Chile no es precisamente una potencia sudamericana, hablar de fútbol es nuestro deporte nacional. Por eso entre tragarse las enciclopédicas latas de Guarello o los chistecillos desinflados de Schiappacasse, lo mejor es esperar el renacido Show de Goles de Felipe Bianchi. Un programa donde importa más el Show que los Goles.

Y el show lo arma la galería (alias “los contertulios”): Camacho, un monstruo de la talla artera, Pradenas, el Negro Piñera del balompié, el de Antofagasta que es igual a Nelson de Los Simpsons, incluso el detestable gordito escritor de Cobreloa. En corto: Show de Goles es mejor que el campeonato nacional. De hecho yo hubiera preferido que descendiera Puerto Montt, no por mala onda con los salmoneros, sino para salvar al contertulio wanderino.

Show de Goles le quita el debate futbolístico a los científicos del fútbol y los Arjonas del balón, y se los devuelve a quienes deben tenerlo, los hinchas. Un programa asumidamente precario en recursos y con ese humor de club de Tobi que se agradece a la una de la mañana del domingo. No es un golazo, pero sirve para ganar el partido. Eso sí, saquen a Marisela.

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Hasta la Pelotas


La novedad del del Mundial de Clubes 2007, más allá de la presencia de los tunecinos que vencieron a los mexicanos del Pachuca, es la “pelota inteligente” que rodará por el campo de juego: un circuito integrado de 1,5 centímetros puesto en su interior envía señales - cuando la pelota cruza (totalmente) la línea de gol o la línea demarcatoria del campo – a través de 12 antenas ubicadas estratégicamente (esquinas y travesaños) en el estadio Nacional de Tokio. La tecnología, desarrollada conjuntamente por Adidas y Cairos Technologies AG, transmite una señal en tiempo real que será captada por el reloj del árbitro. Alemanes e ingleses hablan del tema hace ya mucho tiempo. Pocos olvidaron aquel gol “que no fue” y que le costó a Alemania el mundial de 1966 jugado en Inglaterra.


La búsqueda del balón inteligente no es nueva. Sin embargo la FIFA, aun pocos meses atrás, había anunciado la presencia de jueces auxiliares, medida que bajo silencio absoluto quedó enterrada en el brillante polvo de la tecnología. Adidas viene a envolver el asunto que la empresa Cairos Technologies, en colaboración con el Instituto Fraunhofer, desarrollaron como sistema electrónico: un microchip dentro de la pelota y en las canilleras de los jugadores que permite saber en cada instante la posición de cada uno de ellos dentro del campo de juego. Christian Holzer, presidente de Cairos Technologies, está convencido de que es el arma letal contra los fallos arbitrales. Tal es el espíritu que guió, desde un principio, la investigación: el arbitraje digital a prueba de errores. Las señales emitidas por los chips sería procesada en una computadora central y pasaría después a manos de los espectadores que podrían recibirlas a través de computadoras portátiles y así, espectadores y reporteros estarían en todo momento al tanto de lo que sucediese a través de PDAs, computadoras, internet o teléfonos celulares. Las utilidades del dispositivo no sólo se limitarían a los partidos de fútbol sino a los entrenamientos, al estudio de tácticas y rendimientos (el Bayer Leverkusen fue uno de los primeros en apuntarse al fútbol digital). Entre negociaciones con la FIFA y la inclusión de un elemento que no interfiera con el movimiento de la esfera, los avances parecieron enfriarse, al menos para la prensa. Después de que la IFAB publicara que autorizó a la FIFA a utilizar la tecnología de última generación para determinar si la pelota traspasaba la línea de gol pudo hacerse un ensayo en el mundial sub 17 de 2005 jugado en Perú y en torneos de atletismo ligero praticados en Alemania el años pasado (2006). Paradójicamente, aquellos ingleses que se hicieron ilegalmente con el mundial de 1966, ahora, a través del IFAB, se arrogan el derecho a que las señales de la pelota inteligente sean vistas sólo por los organizadores antes que “exclusivamente al cuerpo arbitral del partido”.


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06 diciembre 2007

Argentina 1978


¿Ganó Argentina su Mundial en 1978 límpiamente? Según Fernando Rodríguez Mondragón, hijo de uno de los capos del narcotráfico, no. Mondragón ha asegurado que el cártel de Cali sobornó a la selección peruana de fútbol para ayudar a la de Argentina a conquistar el Mundial de 1978. Además, ofrecieron tres millones de dólares al ex futbolista argentino Diego Maradona para jugar en el América de Colombia.

Tales denuncias aparecen en el libro "El Hijo del Ajedrecista 2" en el que Rodríguez Mondragón revela presuntos nexos de la mafia del narcotráfico con el deporte, la política y la farándula. El autor, que ya publicó el libro "El Hijo del Ajedrecista" con presuntas anécdotas e historias de los jefes del narcotráfico colombiano de las que dice haber sido testigo, es hijo de Gilberto Rodríguez Orejuela y sobrino de Miguel Rodríguez Orejuela, capos del cártel de Cali, presos en Estados Unidos. Rodríguez Mondragón aseguró que su padre y su tío aportaron una cantidad no especificada de dinero para sobornar al equipo de Perú, que perdió 0-6 frente al de Argentina, resultado que permitió el avance de la anfitriona selección albiceleste y la eliminación de Brasil de la final del Mundial de 1978. Ese marcador dejó a Argentina con mejor diferencia de goles ante Brasil y le permitió jugar la final contra Holanda, en la que se impuso por 3-1. "De primera mano supimos cómo fue lo del partido Argentina-Perú. Mi tío Miguel habló con un grande del fútbol mundial y le confesó lo del dinero que hubo para arreglar ese partido para sacar a Brasil de la final", sostuvo el hijo de Gilberto Rodríguez, conocido como "El Ajedrecista" en el cártel de Cali.

Tras el triunfo de Brasil ante Polonia, Argentina necesitaba ganar por cuatro goles de diferencia para clasificarse. Perú no se jugaba nada. En el minuto 20 cayó el primer gol, de Kempes, tras superar en velocidad a los centrales. La desgana marcaba la pauta en los andinos, con una conducta más propia de un entrenamiento. Un gol de Tarantini de cabeza casi desde la frontal cofirmaba la desidia. Los otros cuatro goles vinieron en la segunda parte con la complicidad rival: no metían la pierna. Y su portero, Quiroga, un argentino nacionalizado peruano, personificó el escándalo.

José Velásquez, ex jugador de la selección peruana y titular en aquel encuentro, descartó hace tiempo, en el programa 'Al Ataque' de Phillip Butters, el posible caso de soborno, aunque reconoce que ese día nada fue normal. "Recuerdo que un día antes del partido, Chumpitaz, Oblitas, 'Panadero', Cubillas, Sotil y yo le pedimos a Marcos Calderón [técnico del equipo] que no pusiera a Quiroga, y él aceptó", recordó Velásquez. Pero luego, en el camarín, después de que llegaran el presidente argentino [el general Jorge Videla] y el secretario de estado norteamericano Henry Kissinger, vimos que el técnico lo ponía. Nos sorprendimos". Velásquez continuó con su relato: "No queríamos a Quiroga por más nacionalizado que fuera, no dejaba de ser argentino. Su familia vivía en ese país y la dictadura de Videla estaba dispuesta a todo por ganar ese campeonato. ¿Qué amenazas pudo recibir él o los suyos?, ¿qué tipo de presiones políticas hubo para que los dirigentes presionen, a su vez, al comando técnico? Por ahí viene la cosa. Quiroga, para mí, pudo evitar dos goles, pero se quedó plantadito. Es más, a Cubillas lo ubicaron mal como delantero centro. Y a mí me sacaron cuando íbamos perdiendo 2-0 para que ingresase [Raúl] Gorriti y los argentinos necesitaban cuatro tantos para pasar".

Rodríguez Mondragón también plantea en su libro una relación "de amigos" entre su tío Miguel, entonces la máxima cabeza del América de Cali, y Maradona, tras el fallido negocio para contratarlo por seis meses a finales de los años 70. De acuerdo con 'El Hijo del Ajedrecista', la llegada de Maradona al América fracasó porque Guillermo Coppola, entonces apoderado del joven astro, se opuso con el argumento de que tenía ofertas de Europa. A pesar de ello, Miguel Rodríguez Orejuela y Maradona se llamaban a menudo por teléfono y hasta intercambiaban regalos, siempre según Rodríguez Mondragón. El hijo del capo también reveló que el extinto presidente del Deportivo Cali y ejecutivo de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), Alex Gorayeb, recibió del cártel de Cali 300.000 dólares para pagar un anticipo del contrato de Bilardo como seleccionador de Colombia en la década de los 80. El dinero fue entregado "en la casa donde nosotros vivíamos", afirmó. Bilardo, quien había sido entrenador del Deportivo Cali, posteriormente asumió la dirección técnica de la selección de Argentina, que conquistó el Mundial de México 1986 y quedó subcampeona en el de Italia 1990.

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12 octubre 2007

Che Deportista

La leyenda volvió a circular en estos días en Buenos Aires. Por un lado, porque se recuerda el cuadragésimo aniversario de la muerte del Che Guevara y, por el otro, porque los argentinos, fanáticos del fútbol, parecen hoy enloquecidos con el rugby, uno de los deportes favoritos del guerrillero mítico.

Cuenta esa leyenda que el chofer del automóvil que en agosto de 1961 llevó al Che hasta la Quinta de Olivos, a su reunión secreta con el entonces presidente argentino, Arturo Frondizi, no sabía quién era el personaje y tenía ordenes de no hablarle una palabra de política. Pero que el Che, acaso maquillado, le preguntó en el trayecto si sabía "cómo habían salido el CASI y el SIC". Y que el chofer, asustado ante la situación y al no saber lo que esas siglas extrañas eran las de los dos equipos más poderosos del rugby argentino, sólo le respondió: "Yo soy chofer, señor, de política no sé nada, le pido que me disculpe". Reconstrucciones posteriores parecerían indicar que esa situación jamás existió, pero que igualmente se la considera posible porque el Che no sólo había sido jugador y periodista de rugby, sino que también amó al ajedrez, jugó al fútbol, al tenis, al golf, al ping pong, al básquetbol, al béisbol, y practicó patín, pesca, hipismo, tiro, montañismo y remo, y hasta anotó una marca de 2,80m en el salto con garrocha en unos Juegos Universitarios. En su libro Che, Periodista-Deportista, Pasión y Aventura, el periodista argentino Hernán Santos Nicolini afirma que Guevara llegó a practicar veintiséis deportes. "Fue el deportista asmático más célebre de la historia, aunque su notoriedad no provino ni del deporte ni del asma", escribió a su vez su colega Ariel Scher, en el libro La Patria Deportista, en el que dedica todo un capítulo al Che deportista.

El asma de "Ernestito", justamente, provocó que su familia, de una acomodada clase media, partiera de Buenos Aires hacia Alta Gracia, Córdoba, en busca de un clima más amable. Y en Alta Gracia, acaso más por necesidad, para que el asma no lo consumiera, Ernestito se dedicó a la natación, un deporte que heredó de su madre Celia y que aprendió con lecciones del campeón argentino de estilo mariposa, Carlos Espejo. Practicó luego los saltos de los acróbatas de un circo japonés que admiró numerosas tardes en Alta Gracia, se interesó en el montañismo en las sierras cordobesas y aprendió el golf, pues vivía a sólo metros de un campo de juego y había hecho gran amistad con los caddies, según contó una vez Ernesto Guevara de la Serna, su padre. La nueva casa en Córdoba capital estaba a metros de una cancha de tenis, deporte que también aprendió gracias a las lecciones de la hija del cuidador de las canchas, al tiempo que practicó boxeo y ping pong. Argentino al fin y al cabo, Ernestito se apasionó con el rey fútbol, pero quiso diferenciarse de sus amigos, que eran de los populares Boca Juniors o River Plate, y eligió entonces a Rosario Central, en honor a Rosario, su ciudad natal, en la provincia de Santa Fe. Su jugador favorito fue Ernesto "Chueco" García, apodado "el poeta de la zurda". El asma lo condenó al puesto de arquero, que honró en su primera gira fuera de la Argentina, con su amigo entrañable Alberto Granados, ese viaje iniciático que cuenta el filme Diarios de motocicleta, del brasileño Walter Salles, con el mexicano Gael García Bernal encarnando a un joven Guevara. El Che ganó dinero, casa, comida y trasporte hasta Iquique jugando al fútbol en el norte de Chile; jugó también con los leprosos de la norteña ciudad peruana de San Pablo y vivió inclusive un momento glorioso en Leticia, Colombia, cuando atajó un penal en una definición de un torneo que su equipo, que él mismo dirigía junto con Granados, de todos modos terminó perdiendo. En Cuba se lo conoce y se lo honra como gran impulsor del ajedrez y se lo recuerda en la sierra con fusil y tablero. "El ajedrez -decía Guevara- es un pasatiempo, pero es además un educador del raciocinio, y los países que tienen grandes equipos de ajedrecistas marchan también a la cabeza del mundo en otras esferas más importantes". Inauguró torneos, compitió con pares, jugó partidas simultáneas con grandes jugadores, como Victor Korchnoi, Mijail Tal y Miguel Najdorf y hasta se dio el lujo de vencer al gran maestro nacional cubano Rogelio Ortega. Pero en Argentina la figura del Che deportista está vinculada sobre todo con el rugby. Lo aprendió de su amigo Granados en Córdoba y cuando la familia retornó a Buenos Aires ingresó al San Isidro Club (SIC), uno de los clubes más poderosos del país. Pero duró poco, pues su padre ejerció influencias con el presidente del club para que le prohibieran seguir jugándolo, a raíz de su asma y de advertencias médicas de que podría fallecer en una cancha. Obstinado, el Che siguió jugando en otros clubes, primero Yporá y luego Atalaya, en los que impuso un tackle durísimo, que le valió el apodo de "Furibundo Serna", por el apellido de su madre.

El recuerdo de que él también fue rugbier provocó estos días algunas protestas entre los sectores más conservadores de ese deporte, hoy más popularizado, pero históricamente vinculado con las clases acomodadas, que simplemente detestan al Che por comunista. Pero el Che, que también fue cronista deportivo y corrió detrás de los deportistas argentinos en los Juegos Panamericanos de México '55 y cuyo rostro aparece en tatuajes célebres de Diego Maradona o Mike Tyson, es hoy una figura corriente en las canchas de fútbol, donde los hinchas lo muestran en banderas y carteles.

Si algunos lo recuerdan por su idealismo, otros en cambio, escuchan a su departamento de marketing, que aconseja la figura del Che para vender productos. Hace unos años, el millonario Inter de Italia, que paga salarios de oro a sus estrellas, vendía los abonos de precio prohibitivo para una nueva temporada invocando una de las frases míticas del guerrillero: "Hasta la victoria siempre".

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04 octubre 2007

Chile debería perder frente a Argentina

Tomando en cuenta la expectativa generada por el choque que sostendrán Argentina y Chile en Buenos Aires al momento de abrir las clasificatorias, y sospechando que las cuotas de ilusión han crecido a raudales en los últimos días, un poco por la presencia de Bielsa en la banca, otro poco por las notables actuaciones de Villanueva en Audax, no queda más que oficiar desde ya como pájaro de mal agüero. O más bien como estudioso de la historia. Y, si se quiere, como tipo equilibrado. En las tres opciones, la única respuesta posible ante la pregunta de moda -¿cómo nos va a ir en octubre en Buenos Aires?- tiene un solo resultado: Chile debería perder.


No quiero que pierda, claro. Y por ahí, al igual que todos, he alcanzado a ilusionarme. Si anda bien Bravo, si la defensa funciona como funcionó ante Austria, si Matías Fernández y Suazo amanecen iluminados, si todos corren como corrieron en la gira por Europa, si Bielsa consigue traspasar del todo su fórmula en los pocos días que quedan, si Villanueva es realmente el arma secreta de la que todos hablan, si Basile sigue nublado, si Argentina mantiene los medios tonos y esa pasmosa mediocridad de los últimos meses, si Messi despierta adormilado, en una de esas, quizás, "se dan las cosas". Pero lo más probable es que no se den. Y hay que estar preparados para eso. Para perder, así directamente, aunque suene duro.

A ver: no tenemos por qué ganarle a Argentina. Sería fantástico, notable. Pero tanto aquí como en la quebrada del ají nadie entendería nada. Parecería un acto de magia. No es imposible, ya sé. Pero es muy difícil. Que nadie le venda pescada por atún. Nunca, jamás, le hemos ganado a Argentina en Argentina. Menos por unas clasificatorias. A propósito: ¿ven como hemos cambiado los chilenos?, ya no hablamos de "eliminatorias", sino de "clasificatorias". Paso adelante.

Otros aires y otros discursos nos convocan desde que, a pasos agigantados, pasamos de los clubes desordenados e impresentables, de las picantes agrupaciones de barrio sin fines de lucro (sóplame un ojo), a las muy profesionales y exitosas sociedades anónimas. Por si acaso: exitoso no es ser campeón, sino pagar los sueldos a tiempo, cancelar las imposiciones, no robarse la plata y ser vigilado, en cuanto al presupuesto mensual, por organizaciones externas. Eso es ser exitoso.

Y estamos más cerca. Las cosas cambiaron desde que pasamos de Reinaldo Sánchez a Harold Mayne Nicholls, con todas, absolutamente todas, las connotaciones que eso tiene. Desde que los amistosos se juegan en Viena con Austria, o en Suecia contra Brasil, y no en Curicó contra Costa Rica o en Iquique contra Panamá. Desde que Bielsa, respetado por todos, y no Acosta, desacreditado y atropellado por todos, es el técnico. Desde que los ordinarios son castigados y salen de la Selección y nadie o casi nadie reclama... Sólo los más tontitos. Desde que el gobierno anuncia modificaciones totales para la porquería de estadios que tenemos, junto a una inversión de casi 50 millones de dólares. Desde que por fin la Intendencia y Carabineros hacen su pega y defienden lo único defendible: ya no se puede jugar más fútbol profesional, nunca más, en estadios miserables y peligrosos. Se suspenda lo que se suspenda y reclame quien reclame.

Ha sido un avance notable el que hemos vivido en los últimos meses. Una guerra ganada con gran rapidez. Trinchera a trinchera. Una tras otra. El sueño de los periodistas deportivos más jóvenes, los que crecimos viendo jugar al Manchester United y no a Ferroviarios, los que a los 30 años teníamos un par de mundiales y dos olimpíadas en el cuerpo, hecho realidad.

Queda mucho, pero a este ritmo salir del subdesarrollo futbolístico ya no es una utopía. Lo importante es que ganaron los buenos. Lo trascendente, lo de fondo -la calidad del servicio, la seguridad, los presupuestos, la legalidad de las acciones- pasó a ser parte de la agenda de un tiempo a esta parte. Es más: se convirtió en LA agenda, haciendo rabiar a los más mañosos, a los más viejos y a los más pavos. Pero para la mayoría todo esto ha sido un bálsamo. Una bendición. Ya habría tiempo para volver a lo nimio, a la pelotita, se dijo en su momento. Cuando lo otro esté armado, cuando el resto esté seguro.

Pareciera ser el momento, otra vez, de la pelotita. De lo más simplón y general. Sin embargo, no hay que apurarse. No hay que volverse loco. Las cosas ya cambiaron para bien. Están afuera los que deben estar afuera y adentro los que deben estar adentro. Déjense de joder. Es un orgullo Mayne Nicholls como presidente, Colo Colo como sociedad anónima, que se mantenga firme el castigo a los chantas de Puerto Ordaz, Marcelo Bielsa -¡Marcelo Bielsa!- como técnico de la selección, los clubes pagando a fin de mes, la Intendendencia declarando interdicto el Santa Laura.

En fin. Un lujo. Una maravilla. Un progreso rotundo. ¿Perder con Argentina? Da lo mismo. Si pasa, igual hay que estar tranquilos. Nadie se puede enojar cuando se da la lógica. No tendría por qué ganar Chile. La ilusión es que corran, que se maten, que no de vergüenza ser chileno, que jueguen a algo. El resto es verso. Mal verso.

Respecto de la pelotita hay un solo tema pendiente: las clasificatorias. Y esas se terminan en dos años más. Ahí hablamos. Pero hablaremos entre clubes saneados, estadios nuevos y un nuevo estilo como industria. Como hay que hablar, más allá de derrotas y victorias momentáneas.

Columna publicada por el periodista Sr Felipe Bianchi Leiton en 24 de Septiembre de 2007 en el magazine de opiniones de terra. Las opiniones vertidas por este Señor no necesariamente representan el parecer del editor del presente blog y estan publicadas aqui para cimentar una sana discucion alrededor del tema Bielsa y la Seleccion Nacional.

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