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22 diciembre 2007

SCD Sucios Consumidores de mi Dinero

Sepa usted que en estos momentos uno de los temas más candentes en el Congreso Nacional es la tramitación de un proyecto de ley que pretende modificar nuestra vetusta ley de propiedad intelectual que data de 1970. Dos son los fundamentos de gobierno para hacer esta modificación. La primera, la necesidad de aumentar las penas para la piratería (cosa que no sorprende a nadie, dado que es lo que vienen haciendo desde la vuelta a la democracia: aumentar las penas por delitos) y también equilibrar de una vez por todas los intereses de los titulares de derecho de autor con los intereses de todos nosotros.

Pero como se podrán imaginar, son todos comunistas hasta que les tocan el bolsillo. En una actitud desesperada e histérica, la Sociedad Chilena de Derecho de Autor (SCD) hizo circular internamente entre sus asociados un comunicado donde intentan explicar porqué esta modificación sería perjudicial para los músicos de Chile. Lo resumen en tres puntos que en otro lado explico con detalle: se oponen a la modificación del sistema de tarifas, se oponen a la existencia de una “super excepción” (sic) y, acá viene lo bueno, apoyan la existencia de un canon por copia privada, igualito de lo que existe en España. Para los que no saben, en España existe algo que se llama copia privada con compensación remuneratoria (conocido como canon). Esto significa que por cada pieza computacional o técnica que pueda reproducir archivos, debe cargarse a su precio una cantidad de dinero que debe ir a los titulares de derecho de autor, administrados por las entidades de gestión, en España para el caso de la música, la SGAE. Esto significa que en España se pagan, adicionalmente a su precio, €16.67 de canon (ch$12.000 aprox.) por cada grabador de DVD que se compra, 10 euros a cada impresora multifunción, 14 euros por cada reproductor de MP3, y 140 euros por una torre de 100 dvds vírgenes. Es una especie de impuesto que tiene destinación especial. Es como si los dueños de supermercados quisieran imponer un impuesto especial para sobreponerse ante las pérdidas de los robos hormiga. A ver cuantos de nosotros apoyaríamos la moción.

Mientras muchos rasgan vestiduras por la disminución sostenida de las ventas de los CD de música, culpando a esos piratas malolientes y sin escrúpulos, las descargas P2P se multiplican y cuando los artistas visitan países remotos como Chile, somos capaces de llenar el Nacional Victor Jara cuando toca White Stripes o The Strokes. Según datos del INE, el año 2005 más de cuatro millones de chilenos asistieron a espectáculos musicales, tanto gratuitos como pagados. Siendo que somos un país de un poco más de 16 millones, la cifra no suena del todo mal.

Pero el canon no solamente tiene esos efectos. En España, según datos de la revista Expansión “Las entidades de gestión de derechos de autor elevan un 511,7% sus ingresos totales procedentes del sistema de remuneración compensatoria por copia privada en apenas seis años. En 2007 podrían, incluso, cuadruplicarse.” De más está decir que la SGAE española, luego del canon tuvo ingresos de 300 millones de euros, de los que dice repartir el 80% a sus socios, pero compra diez sedes en tres años. Más aún, desde el punto de vista de los precios, la AETIC informa de que el precio medio de un sintonizador de TDT (Televisión Digital Terrestre) con disco duro integrado se incrementaría un 78%; el de un grabador de disco duro un 80%; un dispositivo MP4 un 68%, un disco duro externo/multimedia un 55%; un reproductor MP3 más de un 70%; un ordenador portátil un 25%, y una memoria USB de 1GB casi un 10%. Me imagino que a casi todos los que visitan este sitio son amantes de la música. Pero una industria que huele a naftalina, como la industria musical actual, no puede sobrevivir a costa de nuestros bolsillos.

Una iniciativa como la que pretende imponer en el Congreso la SCD, más que beneficiar a los músicos de Chile, pretende gravarnos con una carga que no tenemos porqué soportar. Desde acá rechazamos completamente la medida, que injustamente pretende que seamos los amantes de la música los que tengamos que pagar los platos rotos de una industria que no sabe cómo adaptarse al siglo XXI. Pasó cuando se inventaron los refrigeradores y quedaron sin trabajo los repartidores de cubetas de hielo. No es nuestra culpa que el modelo de negocios de la industria musical haya quedado obsoleto con la masificación de Internet. Claudio Ruiz

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